José de Ribera – San Jerónimo escribiendo

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Su juventud ha sido un misterio y objeto de debate y de controversia entre los expertos. Ahora, el Museo del Prado ha dado un paso más que ayuda a despejar las incógnitas que rodean la trayectoria temprana del pintor español José de Ribera El Españoleto (Játiva, Valencia 1591- Nápoles 1652) con la restauración e incorporación a su colección del cuadro San Jerónimo escribiendo (1615). Por primera vez atribuida al artista, la obra ha seguido todo un periplo de autorías y ha viajado por distintos espacios. Es el segundo cuadro de la primera etapa de Ribera que alberga el museo. El Prado adquirió La resurrección de San Lázaroen una subasta en Nueva York por 2,5 millones de euros en 2001. La compra generó una gran polémica precisamente por la cuestión de la autoría. San Jerónimo escribiendo, han afirmado los expertos del Prado, permite ver “la calidad y la originalidad que alcanzó durante sus primeros años en activo, una etapa muy singular de su carrera”.

San Jerónimo escribiendo se encontraba depositado en la casa-museo Colón de Las Palmas de Gran Canaria, y se pensaba que era del pintor valenciano Esteban March. Antes, había pertenecido a la colección de Isabel de Farnesio y llegó por primera vez al Prado en el siglo XIX. Entonces se relacionaba con el artista Massimo Stanzioni quien, como Ribera, recibió una gran influencia de Caravaggio. De aquí, pasó en 1940 a la casa-museo Colón y solo recientemente el experto en pintura caravaggista Gianni Papi lo identificó, después de que un especialista en arte alertara al prestigioso historiador de que podía ser del primer Españoleto. Papi se ha basado en las similitudes de composición y estilísticas de la obra y de otras que Ribera realizó en torno a 1615, que integran la serie Los sentidosSan Jerónimo escribiendo comparte con estos cuadros un “uso muy tenebrista de la luz”, además de gran “precisión descriptiva”. “Está la composición, la estructura pictórica, la estrategia de iluminación”, ha destacado la restauradora Almudena Sánchez como otros rasgos que caracterizan esa etapa del artista.

Ribera - san Jerónimo escribiendo

Sánchez ha explicado que el cuadro, —un óleo sobre lienzo de 158 por 98 centímetros— presentaba un aspecto “apagado y oscuro” y problemas en el perímetro por la humedad y por un antiguo ataque de xilófagos. Su restauración ha sido un proceso “laborioso y delicado” apoyado por la Fundación Iberdrola, que tiene un acuerdo de colaboración con el museo desde 2010 como protector del programa de restauración. Los barnices se habían oxidado y estaban distribuidos de manera desigual. Ahora, ha indicado, “se ha recuperado la luz que viene de arriba, que permite percibir las transiciones entre las luces y las sombras”. San Jerónimo escribiendo, que se expone en la sala “En la senda de Caravaggio” del Prado, junto a La resurrección de San Lázaro, también da cuenta de la lectura que hizo Ribera de las enseñanzas del maestro que se considera el primer gran representante de la pintura barroca.

Javier Portús, jefe de conservación de pintura española del museo del Prado, ha resaltado el hecho de que el lienzo permita entender el recorrido del pintor a través del tema. Ahora, son más de cuarenta las obras del maestro del Siglo de Oro que la pinacoteca aloja. Además de San Jerónimo escribiendo, hay otras dos pinturas de Ribera sobre el mismo tema, una de 1644 y la otra de 1652, año de la muerte del artista. En las dos últimas, ha apuntado Portús, se observan claramente pinceladas «nerviosas» para representar la imagen penitente del santo que tradujo la Biblia al latín, que alcanzó gran relevancia durante la Contrarreforma en los países católicos durante el siglo XVI.

Desde el San Jerónimo de 1615 hasta los posteriores, ha indicado Portús, «se ve un Ribera muy sensible al color de los venecianos, que avanza hacia la expresividad del color y de las pinceladas». En el cuadro más temprano, con un estilo muy diferente, apenas se nota la presencia individual del pincel.

El historiador ha destacado la importancia de una nueva obra del artista para el Prado como institución que posee una vocación internacional. «Se trata de un pintor español, pero también italiano. Su obra, que influyó enormemente en el desarrollo del arte español del siglo XVII, ayuda a entender la escuela española». Así, Portús ha recordado cómo la idea de «escuela» está sujeta a muchas variables. «En Europa el arte es un idioma universal. La ansiedad por narrar la historia de la pintura desde la perspectiva de escuelas nacionales tiene que ver con los nacionalismos del siglo XIX».

El museo del Prado realizó una exposición en 2011, El joven Ribera, con el objetivo de aclarar puntos oscuros de la desconocida etapa del pintor en Roma y los años que sucedieron a su traslado a Nápoles.


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